miércoles, 6 de junio de 2012

Análisis del poema “Jardín” de Carlos Oquendo de Amat.


El poema figura escrito en el año de 1925, y se encuentra inmediatamente después del “Intermedio”. En líneas generales podemos mencionar que es uno de los poemas donde no aparece mencionada la ciudad. El mismo título nos ofrece una idea vinculada a lo natural. Si en poemario se puede percibir la tención ciudad – campo, este poema puede ofrecernos un claro ejemplo de ello, pues es significativo que aparezca después del poema “Reclam”, donde la presencia de la urbe es patente. A nuestro parecer los poemas mencionados funcionan como contracaras el uno del otro, y a la vez se complementan.
Segmentación.
 El poema consta de siete versos, cuya disposición en la página en blanco no obedece a una distribución estrófica regular sino que, salvo el tercero y cuarto, son versos que se distribuyen de acuerdo al juego con la página en blanco, es decir, no hay una vinculación espacial entre ellos. A demás su métrica es irregular, variando de los versos de cuatro sílabas métricas hasta las de once.
Una lectura más profunda nos permitirá dividir el poema en dos segmentos. El primero de ellos comprende desde el verso uno hasta verso cuatro, y al cual llamaremos “El futuro volar de las rosas”. En este segmento los elementos predominantes son los vinculados con el mundo vegetal, árboles y rosas, y que son los elementos propios de un jardín, además hay una acción directa de estos elementos sobre las creaciones humanas. El segundo segmento comprende los tres últimos versos, y lo llamaremos “El carácter fertilizante de las lágrimas del niño”. Aquí podemos notar que es lo humano que tiene una acción sobre lo natural, pero que funciona como una especie de complemento del segmento anterior.
Campos figurativos.
 En el primer segmento podemos notar la presencia de la región figurativa de la metáfora, perteneciente al campo figurativo del mismo nombre en: “Los árboles cambian / el color de los vestidos”. En estos versos se pueden notar la acción directa de la naturaleza sobre las creaciones humanas, en este caso los vestidos. En el poema “Reclam”, que habíamos señalado como un poema complemento de este, leemos: “y el ruido de los clacksons ha puesto los vestidos azules”. Como se ve en este poema, la naturaleza forma parte del espacio urbano: “Hoy la luna está de compras/ Desde un tranvía/ el sol como un pasajero/ lee la ciudad”, pero en el poema analizado, al no existir la presencia de la ciudad son los árboles los que ocupan el lugar de agentes dinámicos. No vemos la confluencia de naturaleza – urbe, sino la presencia patente del primero. Al encontrar dicha libertad todos los elementos adquieren autonomía, por ello leemos la siguiente metáfora: “las rosas volaran / de sus ramas”.
Pero cabe resaltar que en este segmento hay dos tiempos claramente distinguibles por el uso de las conjugaciones verbales en presente y futuro: “cambian” y “volaran”. Esto nos indica que hay una acción presente que producirá una acción futura. Hay una clara asociación causa – efecto. Se puede colegir lo siguiente, cuando la naturaleza empiece a actuar sobre los objetos de creación humana, entonces habrá una libertad de la misma. Mencionaremos el poema siguiente titulado “Mar”, donde leemos: “Y el doctor Leclerk / oficina cosmopolita del bien/ obsequia pastillas de mar”. Se puede notar, no obstante lo mencionado por la crítica como un afán de naturalizar la urbe, que la naturaleza se ha convertido en un producto manufacturado; en el poema “Jardín”, esta puede volar e influir sobre la vida humana.
En el segundo segmento notamos la presencia de la figura de la metonimia, perteneciente al campo figurativo del mismo nombre, pues mirada reemplaza a ojos. Las lágrimas del niño fecundan la tierra, hacen crecer a la luna. El símil, del campo figurativo de la metáfora, “LA LUNA CRECERÁ COMO UNA PLANTA”, nos refiere un emparejamiento luna – planta. Notemos que la luna estaba en un rincón, son las lágrimas del niño que la libran de ese estado de olvido, y empieza acrecer. Lo dicho anteriormente nos hace pensar que la luna, planta aún, esta por convertirse en un poste cósmico, pues se vincula al subsuelo, al mundo de los hombres y se eleva hacia el cielo. Se buscaría, en ese sentido, otro orden basado en la naturaleza. Como en el segmento anterior se puede notar dos tiempos: presente y futuro: “echa” y “crecerá”. Entonces esa formación del poste cósmico se hará en un futuro.
La presencia del niño es significativa, pues como lo señala Raúl Bueno en su libro Poesía hispanoamericana de vanguardia. Procedimiento de interpretación textual, en su capítulo dedicado al análisis del poemario de Oquendo, señala que las figuras del loco y del niño son las que se ligan con la poesía, salir de la condición de niño sería alejarse de la poesía. Dentro del poemario la figura del niño se vincularía con la no sujeción a las normas sociales imperantes en la urbe, y sombre todo se vincularía con el pasado, con el campo, donde están la figura de la madre y de la amada. El niño es una figura natural. Gracias a la acción del niño la luna volverá a su estado natural: al cielo.
Podemos realizar el emparejamiento siguiente: árbol – niño / flores – luna. Quedando así una especie de reflejo entre ambos segmentos, el poema sería una especie de espejo.
Interlocutores:
Podemos notar la presencia de un hablante lírico que describe lo que está viendo en un ahora, y que además tiene la facultad de proyectarse a una futuro. No notamos la presencia de un alocutario representado, por lo que el poema se presenta como un soliloquio, como ocurre con muchos de los poemas de libro. Sin embargo, valga recordar, que cuando aparece un alocutario representado, este no tiene una presencia concreta, sino que se la trae del pasado, vive en el recuerdo.
Visión del mundo.
El poema se presenta como complemento del poema “Reclan”, y a su vez notamos que hay una complementariedad interna entre los dos segmentos. La idea de complementariedad es fundamental en el mundo andino, pues permite el ordenamiento de su cosmos. El poema sugiere la idea de una superación del espacio urbano y de sus normas imperantes, para poder dar mayor libertad a la naturaleza en un futuro y encontrar un verdadero orden, más humanizado y armonioso.

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